Al calor de una rebelión popular
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Imagen: Archivo
El peronismo es un movimiento construido a partir de
valores fundamentales como la justicia social, la soberanÃa polÃtica y la
independencia económica, pero también por una liturgia que tiene un solo
protagonista: el pueblo trabajador. La lealtad nació al calor de una rebelión
popular que invadió el centro de la Ciudad de Buenos Aires el 17 de octubre de
1945 para pedir la libertad de la única esperanza que tenÃa el pueblo: Juan
Domingo Perón.
Los testimonios y crónicas de esa época son
conmovedores. Hay quienes recuerdan cómo vibraban los cánticos entre la masa obrera
que marchaba hacia Plaza de Mayo: “¡Los que están con Perón que se vengan en
montón!”. Ahà estaba la cifra de la lealtad: el vÃnculo entre un lÃder y su
pueblo, que solo se mantendrá férreo si las dos partes están dispuestas a
entregarse por la otra. El lÃder por el pueblo y el pueblo con el lÃder. Los 18
años de proscripción, el modo en que los trabajadores y trabajadoras
resistieron los golpes de estado y la violencia, la transmisión de los valores
y de la lucha peronista de generación en generación, fueron los que plagaron de
triunfos a la historia de peronismo, pero también los que garantizaron la
supervivencia del movimiento en las épocas más oscuras.
La lealtad de Perón al pueblo trabajador quedó sellada
en el histórico discurso del primer 17 de octubre. “Dejo el honroso y sagrado
uniforme que me entregó la Patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme
con esa masa sufriente y sudorosa que elabora en el trabajo la grandeza del
paÃs”, anunció ante los y las miles y miles que le habÃan dado la libertad. Ese
pueblo que brotaba ante sus ojos, era para él la “ masa inmensa que representa
la sÃntesis de un sentimiento que habÃa muerto en la República”, “la verdadera
civilidad del pueblo argentino”, “el pueblo sufriente que representa el dolor
de la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria, el
mismo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetara su
voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no
habrá perfidia ni maldad humana que pueda someter a esta masa grandiosa en
sentimiento y en número. Ésta es la verdadera fiesta de la democracia,
representada por un pueblo que marcha a pie durante horas, para llegar a pedir
a sus funcionarios que cumplan con el deber de respetar sus auténticos
derechos”.
Nueve años más tarde, en 1954, el pueblo se hizo
presente en lo que serÃa la última movilización por el DÃa de la Lealtad antes
del golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora. En aquel
discurso Perón ratificó con énfasis lo que implicaba esa liturgia popular de
los cuerpos poblando las calles. “El pueblo ha llamado a este dÃa 17 de
octubre, el DÃa de la Lealtad y yo quiero también llamarlo el dÃa de mi
inquebrantable lealtad al pueblo”, exclamó. Y a continuación, agregó: “no he
reconocido, ni reconoceré jamás, ninguna fuerza ni ningún soberano que no sea
el pueblo de mi Patria. En nombre de esa lealtad, prometo hoy, como siempre,
seguir luchando incansablemente, dÃa y noche, por la felicidad del pueblo y por
la grandeza de la Patria. Y sólo pido al pueblo que me ayude a conseguirlo”.
Este breve recorrido tiene que servir para
preguntarnos: ¿qué es hoy la lealtad? El peronismo está buscando hoy un nuevo
cauce, definir liderazgos, estrategias, proyectos de paÃs. La economÃa y la
sociedad en 2024 son muy distintas a las de mediados del siglo XX y reclama
creatividad y valentÃa a la hora de pensar propuestas polÃticas. Pero hay algo
que el peronismo debe mantener intacto, desde la primera hora, como se sostiene
una bandera en momentos difÃciles: la lealtad al pueblo trabajador. De ahà van
a surgir los proyectos, las luchas, los liderazgos.
Hoy el desafÃo polÃtico que tiene el peronismo es
inédito y cruento. El gobierno de Javier Milei impulsa una transformación de la
sociedad que nos lleve a la Argentina pre peronista. Un paÃs en donde los
trabajadores no tengan derechos, en donde las empresas estratégicas del Estado
queden en manos privadas, en donde los recursos naturales sean explotados por
empresas extranjeras, en donde la universidad pública sea para solo una elite,
y deje de ser gratuita, como lo estableció –y nunca hay que olvidarlo– el
peronismo.
El modelo de sociedad de la Libertad Avanza es muy
claro: la especulación financiera, las apuestas online y la destrucción de la
educación pública son parte de un mismo proceso, asà como la oferta de los
recursos estratégicos para empresas extranjeras mediante el RIGI y la
posibilidad de sacar la plata del paÃs sin trabas. Si triunfan, seremos un paÃs
asolado por el extractivismo y el sálvese quien pueda, sin un tejido social
colectivo, sin producción ni trabajo argentino. El individualismo extremo es la
subjetividad a la que apelan, la que buscan expandir. Nuestra respuesta debe
ser la subjetividad del trabajo y de la organización colectiva. Es lo que nos
marcó Perón cuando cerró aquel discurso en el primer 17 de octubre:
“trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de
los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra, la unidad de todos
los argentinos”.
Asà como la lealtad y el vÃnculo entre un lÃder y su
pueblo tuvo en Perón al máximo exponente, hoy la lealtad de ese pueblo
trabajador y peronista también tiene un liderazgo claro e indiscutido: Cristina
Fernández. Esto se ve cada vez que la ex presidenta hace una aparición pública
y genera lo que nadie más puede generar: esperanza. La unidad y la lealtad
ocurrirá bajo el liderazgo de Cristina.
Fuente: Página/12
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