Los salieris de Eduardo
27 de octubre de 2024 -
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Cuando un libro actúa como un momento bisagra en la historia personal y
profesional de uno, el autor o los autores de la obra pasan a ocupar un lugar
especial del recorrido iniciado en el lejano 1987, año de mi ingreso a Página/12.
Esto adquiere aún más importancia en el momento en que se empieza a
construir un vÃnculo afectivo y de respeto intelectual. Eduardo M.
Basualdo fue una de esas personas esenciales que sellaron mi carrera
profesional.
“El nuevo poder económico en la Argentina de los años 80”, de Daniel
Azpiazu, Eduardo M. Basualdo y Miguel Khavisse, fue un antes y un después en la
formación de mi carrera como economista, primero, y de periodista del área
económica, después. Descubrir un texto de economÃa polÃtica para comprender las
tensiones del desarrollo y de los sujetos sociales protagonistas fue una
revelación.
La radiografÃa de cada uno de los principales grupos integrantes del
poder económico emergentes de la dictadura militar fue una investigación
pionera. HabÃa estudios acerca de los dueños de la Argentina, de las familias
tradicionales propietarias de millones de hectáreas, pero no un quién es quién
de los conglomerados que pasaron a ser un factor central de los ciclos
económicos, y también polÃticos, del paÃs de las últimas seis décadas.
El sentimiento es de tristeza por despedir a Eduardo y, al mismo tiempo,
es una oportunidad de expresar un profundo agradecimiento por haber podido
compartir enseñanzas, charlas y, fundamentalmente, la rigurosidad para exponer
la estructura del poder económico estrechamente ligada a los ciclos perversos
del endeudamiento público.
Una de las primeras investigaciones periodÃsticas que encaré fue
detallar las empresas, el proyecto de inversión y el subsidio estatal de cada
una de las operaciones de capitalización de deuda pública durante el gobierno
de Raúl AlfonsÃn. La orientación en esta tarea por parte de Eduardo, con una
paciencia docente admirable, fue un aprendizaje, además de desafÃo profesional,
extraordinario.
Eduardo fue generoso con el conocimiento, siendo una guÃa con su ejemplo
de dedicación y coherencia.
Se marchó un indispensable, aunque, como León Gieco le cantó a Charly,
supo dejar una nutrida legión de salieris.
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