En un año las fuerzas de seguridad hirieron a 1155 personas, varias de ella con heridas graves
AmnistÃa Internacional
advirtió sobre las "alarmantes cifras de la represión" de Milei y
Bullrich
Hay decenas que fueron
agredidas en la cabeza con daños severos en la visión. “Son prácticas propias
de gobiernos autoritarios”, indicaron desde la organización.
20 de diciembre de 2024 -
11:49
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AmnistÃa pidió garantizar
el respeto a los derechos humanos en las protestas.. Imagen: AFP
“Disenso en riesgo”, asà se
llama el estremecedor informe de AmnistÃa Internacional
Argentina sobre la represión a la protesta social durante el primer año de Javier Milei y
su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. En doce meses se
contabilizaron más de 1000 personas heridas en 15
manifestaciones, muchas de ellas con lesiones graves, algunas con impactos de
balas de goma en la cabeza o el rostro y con daños severos en la visión. “Son
prácticas propias de gobiernos autoritarios”, indicaron desde la organización y
señalaron “las alarmantes cifras de la represión”. La violencia que implementó
el gobierno de La Libertad Avanza, a través del Protocolo Anti Piquetes, contra
las manifestaciones opositoras marca un punto de inflexión con respecto a los
últimos años por lo que la organización pidió “garantizar el respeto a
los derechos humanos en el marco de las protestas sociales”. Todo en un
marco de discursos criminalizantes de los funcionarios hacia los manifestantes,
a los que llaman, entre otras cosas, “terroristas” que promueven “golpes de
Estado”.
En un nuevo aniversario del
19 y 20 de diciembre de 2001 –que dejaron 39 muertos en
todo el paÃs– las cifras del gobierno de Milei son tan brutales como
contundentes: 1155 personas heridas, 33 con impactos de balas de goma
en la cabeza o el rostro, 50 periodistas y trabajadores de prensa heridos
mientras cubrÃan las manifestaciones y 73 personas criminalizadas por
participar en las protestas. Todo en menos de un año, todo en medio del “mayor
ajuste de la historia”, como lo define el Presidente. La represión y el miedo
son parte del mecanismo de la motosierra para evitar que la gente salga a la
calle a protestar. Balas de goma, camiones hidrantes, golpes con tonfas y
bastones, detenciones arbitrarias e “incluso, en casos emblemáticos, niños y
niñas afectados por la violencia represiva", es lo que detalla el
relevamiento. El informe también da cuenta del uso innecesario y
desproporcionado de gases lacrimógenos por parte de las diferentes fuerzas
policiales, incluida la PolicÃa Federal Argentina (PFA), GendarmerÃa Nacional
(GN), Prefectura Naval Argentina y PolicÃa de la Ciudad de Buenos Aires.
Para Mariela
Belski, directora ejecutiva de AmnistÃa Internacional Argentina, existe una
violenta represión de la expresión del disenso en las calles. “Las autoridades
nacionales han elegido la confrontación y la violencia, prácticas propias de
gobiernos autoritarios, como estrategia para atacar a quienes piensan
diferente”, le dijo Belski a Página/12. Los gases lacrimógenos
también fueron usados de manera indiscriminada para dispersar a los
manifestantes. Se trata de un producto más nocivo: el gas pimienta MK9 que,
según comentaron los médicos que atendieron a los heridos, es espeso y oleoso,
lo que lo hace más agresivo y produce lesiones importantes no solo en las vÃas
respiratorias y los ojos, sino también al contacto con la piel.
Todos los meses Milei y
Bullrich reprimieron al menos una vez. Sin discriminación por
franja etaria, los palos y gases también fueron para jubilados y jubiladas,
inclusive hacia una niña. El acto inaugural del protocolo anti piquetes,
oficializado cuatro dÃas después de la asunción del gobierno libertario, fue a
fines de enero y los primeros dÃas de febrero, durante el tratamiento en el
Congreso de la Ley Bases. Allà se inició la estrategia para frenar el
descontento creciente por las consecuencias de la motosierra. El protocolo fue
señalado por RelatorÃas Especiales de Naciones Unidas, que le pidieron
infructuosamente al Gobierno que revise la resolución.
El informe muestra que
Milei y Bullrich hicieron un uso "desproporcionado" de las
fuerzas de seguridad "como norma" y que se estableció "un patrón
de represión y criminalización" para quienes se manifestaron contra el
ajuste.“Este patrón de represión es preocupante y evidencia una metodologÃa
sistemática para restringir el disenso”, explicó Belski.
La metodologÃa para aplacar
el disenso necesitó de otras herramientas, además del Protocolo anti piquetes,
como la creación del Comando Unificado Federal, y dos resoluciones: una que amplÃa
el uso de armas letales –como pistolas de descargas eléctricas y gases
irritantes– y otra que le cobra los gastos del operativo a las personas u
organizaciones que participen de las protestas. Sandra Pettovello también hizo
su aporte al dispositivo de coerción: en abril, el Ministerio de Capital Humano
implementó la suspensión de los planes sociales a quienes participen de las
protestas. “Los únicos que no van a cobrar el plan son los que vayan a la
marcha y corten la calle; como dijo el Presidente: el que corta no cobra”,
declaró la ministra.
Las balas de goma y los
gases estuvieron acompañadas de un discurso oficial que ayudó a
instalar un sentido común que legitime la represión. Después de las 33
detenciones del 12 de junio, mientras se debatÃa la segunda versión de la Ley
Bases, Milei y Bullrich buscaron instalar la idea de que se trató de un intento
de golpe de Estado y que, quienes fueron detenidos, estaban llevando adelante
“actos de terrorismo”. A pesar de que manifestarse es un derecho constitucional,
el Gobierno felicitó en sus redes sociales “a las Fuerzas de Seguridad por su
excelente accionar reprimiendo a los grupos terroristas que, con palos, piedras
e incluso granadas, intentaron perpetrar un golpe de Estado”.
En este punto, Belski encuentra
una novedad, “no es solo la violencia documentada, sino también las
narrativas criminalizantes, esta polÃtica ha sido un catalizador para la
criminalización de la protesta social y ha puesto en riesgo a periodistas,
trabajadores de prensa y manifestantes pacÃficos”, agregó.
Tal como sucedió en Chile
durante las protestas estudiantiles de 2019 cuando cientos de personas
perdieron un ojo por los disparos de los carabineros, en Argentina se empiezan
a ver situaciones similares. AmnistÃa registró a 33 personas con impactos de
balas de goma en la cabeza o el rostro, con daños severos en la visión. El
informe explica que las autoridades policiales provocaron “graves afectaciones
a la integridad fÃsica y salud de las personas, con heridas en la cara, cabeza o
mentón, dejando en evidencia que el uso de armas menos letales se alejó
de los estándares de protección internacional de derechos humanos que
establecen, entre otras cosas, que en caso de usar el arma, debe apuntarse a la
parte inferior del cuerpo”.
El dispositivo para aplacar
la protesta social tuvo otro elemento: las detenciones arbitrarias. “La persecución penal
a quienes se manifiestan es constante”, indica AmnistÃa. Se reportaron 73
personas detenidas que, en la mayorÃa de los casos, fueron acusadas del delito
de atentado o resistencia a la autoridad. “El uso abusivo del derecho penal
desplegado contra las personas que se manifestaron el 12 de junio en contra de
la Ley Bases no tuvo precedentes, por la cantidad de individuos detenidos en un
mismo dÃa y por las graves acusaciones que pesaron sobre ellos”, indicaron
desde la organización. Uno de los detenidos, por ejemplo, fue un hombre de 64
años que vendÃa empanadas cerca del Congreso junto a su hija y su nieta, que
también fueron llevadas por las fuerzas de seguridad.
Este informe se suma a
otros producidos por diversos organismos de derechos humanos que también dieron
cuenta de la brutalidad de este gobierno y que fueron replicados por Página/12.
La Comisión Provincial por la Memoria indicó que, en estos 12
meses, 1216 personas resultaron heridas. En esa misma lÃnea también fue el
registro del CELS, que demostró que desde diciembre de 2023, al
menos 104 personas fueron detenidas en operativos policiales en movilizaciones
en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Rosario.
Fuente: Página/12
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