Preocupación por las investigaciones por crÃmenes de la dictadura
La Armada da luz verde para
destruir documentación
La Marina está mudando su archivo general y, en una resolución, permite "depurar" y "triturar" papeles. El abogado querellante Pablo Llonto pidió que se impida el traslado y que el ministro Luis Petri vaya a Tribunales a dar explicaciones.
29 de enero de 2025 - 00:19
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. Imagen: Archivo
La Armada decidió
mudar su archivo general y, como parte parte de la mudanza, resolvió
“depurar” la información que tiene en su poder. Para eso, la jefatura
de la fuerza autorizó a “triturar” documentación. El tema ya llegó
a oÃdos de abogados y organismos de derechos humanos, que están extremadamente
preocupados porque esto podrÃa afectar la prueba necesaria
para impulsar las investigaciones por
crÃmenes contra la humanidad cometidos durante la
última dictadura.
El archivo general de la
Armada está ubicado en BolÃvar 1622 y tiene más de 5800 metros lineales de
documentación, según figura en la web. Aunque esos números podrÃan ser
demasiado austeros –o estar demasiado desactualizados. Expertos en archivos
estiman que son casi 8 kilómetros lineales.
Según pudo saber Página/12,
la cúpula de la Marina decidió, a través de una resolución reservada, que el
Archivo General de la Armada (AGA) pase a lo que se conoce como Garage Central,
ubicado en la zona de Retiro, cerca del edificio Libertad y de los
tribunales de Comodoro Py. Hay quienes ven en esa decisión algún interés
inmobiliario por parte del gobierno de La Libertad Avanza (LLA).
Las tareas de “depuración”
comenzaron en los primeros dÃas de enero y estarÃa previsto que el traslado de
la documentación se produzca durante febrero. Quienes manejan el AGA
deberán decidir qué se muda y qué se separa para ser destruido.
Desde Archivistas
en Función Pública Argentina (AFPA) difundieron un comunicado en el
que expresaban alarma ante la orden de eliminar documentación. “Es
urgente y necesario garantizar la conservación de los documentos de valor
permanente, ya sea porque contienen información única sobre la
historia, la memoria institucional o porque están vinculados a graves
violaciones a los derechos humanos”, advirtieron.
La documentación en poder
de la Armada es fundamental para la causa en la que se investigan los crÃmenes
en el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada
(ESMA), donde se estima que 5000 personas estuvieron cautivas.
No es en el único
expediente en el que una alteración en el AGA puede tener impacto: también
puede generar “baches” en las causas que tramitan en la jurisdicción de BahÃa
Blanca o en la de Mar del Plata, donde también la Armada estuvo involucrada en
secuestros, torturas y desapariciones.
Este diario se comunicó con
el área de prensa de la Armada. Dijeron no estar al tanto del traslado –que
este medio lo tiene confirmado por diversas fuentes– y pidieron que se enviara
la consulta por correo electrónico. Al cierre de esta edición, no habÃa llegado
una respuesta a la consulta sobre las implicancias de la mudanza.
Borrar las pruebas
La Armada estuvo
históricamente sospechada por el manejo de la documentación del perÃodo
1976-1983. Los legajos de los marinos que actuaron en la
ESMA desaparecieron o se vieron alterados. Tal fue el caso de Alfredo Astiz,
posiblemente la cara más conocida de ese grupo de tareas. Su
foja de servicios y parte de su accionar –incluidas las infiltraciones en el
movimiento de derechos humanos y en los grupos de exiliados en el exterior– se
reconstruyeron gracias a documentos burocráticos que hallaron los equipos
de relevamiento y análisis documental (ERyA) que funcionaban en el
Ministerio de Defensa.
Hacia finales de la
dictadura, la
Armada conformó una comisión dedicada a borrar las pruebas de su accionar
represivo. Las primeras noticias de ese grupo se
conocieron gracias al testimonio del sobreviviente VÃctor Basterra.
Él dijo que se llamaba Copese, pero no sabÃa qué significaba esa sigla.
Según declaró Basterra, la
comisión tuvo dos etapas. Inicialmente, en 1982, vio que oficiales, como Jorge
“Tigre” Acosta o Alberto “Gato” González –que se lo
presenta como el mentor de la vicepresidenta Victoria Villarruel–
seleccionaban documentación y la microfilmaban. En la segunda etapa, Basterra
observó cómo integrantes del área de inteligencia del grupo de tareas bajaban
documentación y la colocaban en un camión. Después los veÃa volver sucios, con
cenizas en sus ropas y con el rostro “arrebatado” como quien se expone largo
tiempo al calor del fuego. Para él, habÃa pocas dudas de que incineraban los
papeles que ya habÃan sido microfilmados.
Los ERyA confirmaron el
testimonio de Basterra. En el legajo de Raúl Scheller encontraron notas que
hablaban de la creación de la Comisión Permanente de Estudio de
Situaciones Especiales (Copese) para octubre de 1982. El grupo se
disolvió ya entrada la democracia, a través de una resolución secreta que firmó
el entonces jefe de la Armada, Ramón Arosa, el 13 de febrero de 1984. Para
entonces, ya estaba funcionando la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas (Conadep).
Una disputa judicial
A última hora del martes,
el abogado querellante Pablo Llonto hizo una presentación en el marco
de la megacausa ESMA. Allà solicitó que de manera urgente, y aún en feria
judicial, se dicte una medida de no innovar sobre todo el archivo de la
Armada. Reclamó, además, que se cite al ministro de Defensa, Luis
Petri, y al jefe de la Marina, Carlos MarÃa Allievi, para que brinden
explicaciones.
Llonto detalló que está en
peligro todo el archivo de la fuerza: legajos, documentos de
inteligencia, reglamentos, fotografÃas, planos, organigramas e informes del perÃodo
1976-1983 y posteriores. “De impedirse el acceso a las y los trabajadores de
dicho archivo y paralizarse el trabajo del mismo a raÃz de esta orden
arbitraria e ilegal dada por parte del ministro y el jefe de la Armada, ello
producirá un claro perjuicio en los derechos de las vÃctimas”, señaló el
abogado.
Carlos Lordkipanidse, que estuvo secuestrado en
la ESMA, comparte la preocupación. “Por supuesto que repudio totalmente
está nueva maniobra garantista de la impunidad por parte de la Armada
Argentina”, le dijo a este diario. “Haremos inmediatamente, como
querellantes en la causa ESMA, una presentación ante el juzgado interviniente
para que toda esa documentación sea preservada y examinada por personal
competente y comprometido con la causa de los derechos humanos y la lucha
contra la impunidad”.
Desde el Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS) anticiparon que harán una
presentación para prevenir la destrucción de la documentación. Posiblemente
otras querellas se sumen a esa iniciativa.
La megacausa ESMA está en
manos del juez federal Ariel Lijo, que fue el magistrado que
le dijo a la SecretarÃa de Derechos Humanos que debÃa garantizar que los sitios
de memoria sigan en funcionamiento como hasta ahora. Actualmente, lo está
reemplazando la jueza MarÃa Eugenia Capuchetti.
Petri ya viene siendo
cuestionado desde hace casi un año por el manejo de los archivos vinculados a
graves violaciones a los derechos humanos. En marzo del año pasado, decidió
desarmar los ERyA, acusando a sus integrantes de “perseguir” a los militares.
La decisión fue aplaudida por los represores, que estaban interesados en que no
llegara prueba en su contra a los tribunales. Más de 30 fiscales se opusieron y
advirtieron que la resolución del ministro iba a obstaculizar las
investigaciones en curso. Éste fue uno de los temas que dominó la discusión
entre organismos de derechos humanos y el gobierno de Javier Milei en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El Ministerio de Defensa no
es la única dependencia donde se observa esta tendencia. La semana
pasada, el fiscal Alejandro Alagia visitó el
Archivo Nacional de la Memoria, emplazado en el Espacio Memoria y Derechos
Humanos (exESMA), y advirtió en un informe que la documentación que allà está
resguardada –incluida la de la Conadep– está en peligro.
Fuente: Página/12
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