A 70 años del golpe al gobierno de Juan Domingo Perón
El día que bombardearon la
provincia de Buenos Aires
Esta semana se cumplieron
siete décadas del derrocamiento de la primera gestión justicialista. Los
ataques en territorio bonaerense que prepararon la asonada militar.
Por Eva Moreira
21 de septiembre de 2025 -
00:53
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La Marina de Guerra
bombardeó la Escuela de Artillería y los tanques de combustible de YPF..
Imagen: Gentileza
Un oficial está callado.
Espera paciente en una oficina de la base Aeronaval Comandante
Espora la confirmación telefónica de lo que un emisario de Buenos
Aires en persona le anunció el día anterior: la sublevación comenzará a la hora
cero del 16 de septiembre y desde Puerto Belgrano se comandará
el golpe contra el gobierno constitucional del general Juan Domingo
Perón.
Puerto Belgrano, la base
naval más grande de la Argentina con asiento en Punta Alta, y de la
cual depende la Base Comandante Espora, situada a 9 kilómetros de Bahía
Blanca, tenía en aquel entonces una magnitud de poder extremadamente
relevante, y allí se iba a constituir el comando de operaciones de las fuerzas
golpistas de septiembre de 1955.
Tras la llamada que
confirmó el comienzo del golpe, el capitán de navío Jorge Perrén y
un grupo de altos jefes y oficiales tomaron la Base a la espera del capitán
Arturo Rial, que llegaría desde Buenos Aires. En Puerto Belgrano, Rial
activó los preparativos para el golpe, lo que se tradujo en aviones ubicándose
en la pista mientras que por el camino que une a Espora con Puerto Belgrano se
transportaban bombas y espoletas para cargar en los Catalinas.
Luego del bombardeo
a Plaza de Mayo, en junio de ese año, el gobierno peronista había ordenado
retirar los elevadores a todos los aviones, incluso a los que estaban en
reparaciones. Estas partes indispensables de los aviones y las bombas se
trasladaron a Puerto Belgrano. Las espoletas se llevaron más lejos, a Zárate.
La medida obstaculizó el mecanismo operativo de la aviación naval, pero por
tiempo breve. El 3 de septiembre los jefes de la Marina lograron la
autorización para hacer vuelos locales, lo que permitió que la Base Espora
pusiera en servicio todos sus aviones en un solo día.
La Base Espora era en ese momento
la base aeronaval más importante del país. La Base Aeronaval Punta
Indio había sido prácticamente desmantelada después del 16 de junio.
Sus oficiales estaban exiliados, en la cárcel o habían sido dados de baja
después de la masacre que habían ocasionado en Plaza de Mayo, donde
bombardearon a cientos de civiles.
Dos horas después de la
hora cero anunciada, estalló el alzamiento militar en Córdoba. Los
cañones de la sublevada Escuela de Artillería, al mando del
general Eduardo Lonardi –líder del alzamiento–, abrieron fuego
sobre la vecina Escuela de Infantería, hasta entonces leal al
gobierno.
Para esa hora Puerto
Belgrano y Comandante Espora ya se alistaban para atacar a las fuerzas leales a
Perón que se movilizarían para repeler los primeros movimientos del golpe en
marcha.
A partir del 17 de
septiembre el gobierno nacional comenzó a movilizar varias columnas del
ejército leales a la Constitución para combatir los focos rebeldes. Pero en la
medida en que esas tropas avanzaban por la provincia de Buenos Aires, los
aviones que despegaban de la Base Espora bombardeaban los puentes carreteros y
ferroviarios impidiendo su paso, o directamente apuntaban contra el regimiento
si este no se rendía.
El Regimiento N° 5
de Infantería, con asiento en Bahía Blanca, decidió no plegarse al
levantamiento. Fue el primero en sufrir los bombardeos de los aviones de la
Marina de Guerra. Los bahienses corrían al ver los vuelos rasantes sobre la
ciudad.
Otro violento
enfrentamiento se produjo en Ensenada, donde unidades sublevadas de
la escuela naval cruzaron el Río Santiago con el objetivo de
tomar la ciudad de La Plata. La avanzada fue resistida por
integrantes de la Guardia de Infantería de la policía de la provincia junto a
vecinos de esa localidad obrera fuertemente ligada al peronismo. La llegada de
las tropas leales al Regimiento de Infantería N° 7 con asiento en
La Plata marcó el repliegue de los marinos y su posterior retiro de la
capital provincial.
En tanto, los regimientos
de Olavarría, Tandil, Azul y Mar del Plata que se dirigían hacia la
localidad portuaria para combatir el alzamiento, fueron acosados por las bombas
de los aviones golpistas y tuvieron que desviarse hasta Sierra de la
Ventana.
Por otros caminos viajaban
el Regimiento N°3 de La Tablada, la Caballería de Santa Rosa, y el N° 5
de Artillería de General Pico, pero el ataque insistente de los bombarderos
navales los obligó a refugiarse en los pueblos bonaerenses cercanos, que fueron
testigos de las bombas.
El Regimiento de Infantería
N°3, unidad que había participado en la defensa de la Casa de Gobierno el 16 de
junio, fue el que recibió la mayor parte del fuego aéreo.
El domingo 19 de
septiembre, las tropas leales al mando del general Eusebio Molinuevo,
refugiadas en Tornquist, se rindieron ante la amenaza de Rial de
bombardear el pueblo serrano.
El golpe militar para
derrocar al gobierno, que había comenzado en Puerto Belgrano y Córdoba, se
replicaba ahora en distintas provincias y ponía en jaque al gobierno peronista.
Mientras la Marina
amenazaba con volar los depósitos de combustible de La Plata y Dock Sud,
desde la base naval de Puerto Belgrano zarparon las naves de la flota de mar
que bombardearon las destilerías de Mar del Plata y las que amenazaron con
extender la destrucción sobre Buenos Aires si no renunciaba Perón a la
presidencia.
Las destilerías de Mar del Plata luego de los ataques.
En las primeras horas del
20 septiembre, bajo una llovizna insistente, el general Perón se subió al
Cadillac presidencial rumbo a la embajada de Paraguay, y luego se dirigió a la
cañonera de ese país, fondeada en el puerto de Buenos Aires, para partir hacia
el exilio.
Con Perón fuera de la
Argentina, Lonardi resolvió establecerse como presidente, con el capitán Arturo
Rial como secretario general de Gobierno y el comodoro Julio Krause como
secretario de Relaciones Exteriores.
A varios pueblos de la
provincia de Buenos Aires, al igual que a otras localidades del interior del
país, les quedaría reconstruirse. Los daños de las bombas y las ametralladoras
dejaron huellas notorias en muchos poblados, pero quedaron principalmente
grabados en la memoria de los vecinos, muchos de los cuales corrieron fuera de
sus casas buscando un mejor refugio cuando los aviones de la Marina atacaban.
Los muertos del '55
tardaron en contarse. El Estado argentino se demoró 55 años para abordar los
hechos que formaron parte del golpe que derrocó al gobierno de Juan Domingo
Perón. La investigación, iniciada bajo la ley 26.564, que amplió los beneficios
de las Leyes 24.043 y 24.411 para otorgar una reparación patrimonial a quienes
sufrieron detención o desaparición forzada por motivos políticos entre el 16 de
junio de 1955 y el 9 de diciembre de 1983, buscó incluir a las víctimas del
accionar de los rebeldes en los levantamientos del ´55.
El Archivo Nacional
de la Memoria (ANM) se cargó al hombro esa investigación de los
acontecimientos que posibilitó el recuento de las víctimas y la indagación
documental. Hasta ese momento los aportes más significativos al tema los habían
realizado autores identificados con la autodenominada “Revolución Libertadora”,
por lo que el número de los fallecidos, y la identidad de muchos de ellos,
quedaron fuera de los textos de historia y de las crónicas posteriores.
En junio de 2010, el ANM
publicó una investigación con datos inéditos sobre el bombardeo del 16 de junio
de 1955 a la Casa de Gobierno y a la Plaza de Mayo. Más tarde, en 2019, dio a
conocer información sobre el golpe del 16 de septiembre de 1955. En su
relevamiento documental abarcó pesquisas de libros obrantes en los registros
civiles y cementerios de las localidades donde se produjeron los sucesos de
septiembre.
El Archivo Nacional de la
Memoria pudo identificar 156 víctimas mortales de septiembre de 1955, entre
quienes se encuentran civiles y militares defensores del orden constitucional
al cual prestaron juramento, y sediciosos que –valiéndose de los atributos y
medios otorgados por y para la nación– atentaron contra las instituciones
democráticas.
El objetivo de aquel
trabajo fue principalmente identificar a las víctimas, y obtener y preservar
documentación vinculada con el quebrantamiento de los derechos humanos para
seguir construyendo memoria.
Fuente: Página/12